3.10.11

Entrevista a Raúl Pont en Tiempo Argentino

http://tiempo.elargentino.com/notas/necesitamos-todavia-mas-estado


“Necesitamos todavía más Estado”

Publicado el 3 de Octubre de 2011

El ex alcalde de Porto Alegre e integrante de la mesa de conducción del Partido de los Trabajadores de Brasil repasó la agenda de desafíos que encara el gobierno de Dilma Rousseff y que consta de tres ejes principales: avanzar en una modificación del sistema electoral, impulsar una reforma tributaria y conseguir la democratización de los grandes medios de comunicación. Pont analizó también la actual crisis internacional y las viejas recetas ortodoxas.

Cuáles son los dilemas que atraviesa el gobierno de Dilma Rousseff? ¿Cómo ven los miembros del Partido de los Trabajadores de Brasil las leyes de Reforma Política y de Servicios de Comunicación Audiovisual aprobadas en 2009, cuando el gobierno de Cristina Fernández se recuperó de una derrota electoral a pura iniciativa política? Algunas respuestas a estos interrogantes –como también a los temores que dispara la crisis económica mundial– se pueden encontrar en los argumentos de Raúl Pont. Miembro de la Dirección Nacional del PT, diputado estadual, ex alcalde de Porto Alegre, Pont visitó recientemente la Argentina para participar de las jornadas sobre presupuesto participativo organizadas por la asociación civil Mariano Moreno.
El brasileño recibió a Tiempo Argentino en el Centro Cultural de la Cooperación y revisó una agenda de cambios estructurales que debe encarar Dilma que consta de tres ejes: una reforma electoral que elimine el voto nominal para el Parlamento y establezca el financiamiento público de las campañas proselitistas –como se instauró en la Argentina con la Ley 26.571–, un cambio tributario y la democratización de los grandes medios de comunicación.


–¿La Argentina debe preocuparse por la devaluación del real?
–Es más una corrección que una política deliberada que busca establecer una nueva relación con la Argentina, que por otra parte ha venido creciendo mucho en su comercio con Brasil. El deseo del gobierno de Dilma es mantener un equilibrio. Por el lado argentino puede haber ahora una grieta o un perjuicio, pero en Brasil nuestro sector exportador de calzados se resentía mucho por la caída del dólar en relación al real. Por lo que yo conozco del partido (por el PT), y por lo que conozco de las personas que están en el ministerio (de Hacienda), estas medidas no consisten en una política de largo plazo para tener posiciones más agresivas en la exportación. Es una corrección en el marco de un proceso.
–¿Cómo ven el gobierno brasileño y el PT la crisis internacional, con Grecia aplicando más y más ajustes?
–Esto demuestra lo que decíamos con Lula y lo que dijimos con Dilma en la disputa electoral. Demuestra que las políticas de Estado mínimo, de que los Estados pierdan su capacidad de hacer política industrial por no controlar el cambio y la moneda, son un gran error. Esta crisis también demuestra que el raciocinio de la gran banca francesa y alemana es casi de rapiña. Y para nosotros refuerza la idea de que necesitamos más Estado, más regulación, más control. En momentos como estos, cuando el mundo atraviesa esta crisis, el Estado tiene que cumplir un papel de intervención, de planificación. Hay que garantizar créditos, tener control sobre la moneda y no pensar el Banco Central como quieren los neoliberales, dirigido por los humores del mercado y los bancos privados. Eso Dilma lo tiene muy claro. Por ahí no vemos mayores problemas. El problema mayor del gobierno es el sistema electoral que tenemos en Brasil.
–¿Por qué?
–Hoy el PT puede ganar elecciones solo o con algunos aliados pequeños de izquierda. La victoria electoral es posible. El problema es gobernar después. Y, sobre todo, gobernar con un programa de transformaciones, con un programa de compromiso social. Esa es la dificultad. Y es un problema en el cual tenemos diferencias hacia adentro del partido. La discusión es cómo construir la legitimidad de gobierno. La gobernabilidad está basada en el Congreso, en la Cámara del Senado. Y para eso Lula llamó a otros partidos, para componer una mayoría que no es tan mayoritaria, pero sí lo suficiente para garantizar algunas cosas. Pero otras quedan afuera. Como la Reforma Electoral, un cambio tributario –que ni Lula alcanzó a votar y que Dilma defiende pero no tiene mayoría para aprobar– y alguna democratización de los grandes medios de comunicación, principalmente la TV y la radio, que son decisivos para la formación de la opinión pública.
–Dilma autorizó el ingreso de las telefónicas al negocio de la televisión por cable. ¿Es coherente esa medida con una democratización de los grandes medios?
–En parte hay una reivindicación de esos sectores (por las telefónicas), de trabajar también con redes a cable. Por otro lado, el gobierno también ha creado y mejorado mucho una red propia de comunicación, pero aún no se compara con los grupos privados. La propiedad cruzada de medios gráficos, radio y televisión, que en la mayoría de los países más democráticos no es posible porque está impedida por la ley o incluso por la Constitución, en Brasil ha conformado un poderoso oligopolio que no es fácil enfrentar. Se hace muy difícil llegar con otro tipo de información. La búsqueda de la democratización (de los grandes medios), que ahora apareció como resolución del IV Congreso del PT, ya causó una dura reacción en los grandes diarios y las televisiones privadas. Dijeron que esto significaba el avance de la censura. Pero no hay nada de eso. 
–¿Por qué propone modificar el sistema electoral de Brasil?
–En Brasil, el Congreso está dominado por los grandes medios privados porque en Brasil el voto es nominal. Se vota por nombre, no por lista como aquí. Se vota nominalmente a cada candidato, y con fuerte financiamiento privado. Eso deriva en un problema de gobernabilidad. Mire: Lula hizo un promedio de 50 millones de votos en la primera vuelta. Dilma proporcionalmente cayó un poquito pero logró 50 millones de votos. En cambio, los partidos que sustentaban su candidatura –el PT, el PCdoB y el PSB– no llegaron a 15. ¿A dónde van los otros 35 millones de votos que apoyaron a Lula o a Dilma? Se pierden en el voto nominal, individual, dominado por el poder económico y pulverizado en 30 partidos sobre los que la gente no sabe lo que piensan, lo que son. Algunos con vínculos fuertes con cultos evangélicos. El sistema electoral además permite las coaliciones proporcionales para disputar la conducción de las Cámaras, de las asambleas provinciales. Eso deriva en que usted puede votar a un partido pero termina eligiendo a otro. Es contradictorio con la idea de la representación. <