30.11.11
Homenaje a Guillermo O´Donnell
26.10.11
Entrevista a Raúl Pont en Veintires
Raul Pont, uno de los fundadores, junto a Lula, del PT brasileño
“Todavía no democratizamos la comunicación”
–¿Es posible que hoy gobierne otro partido en Brasil?
–Dejemos en claro que éste es un gobierno de coalición. El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) tiene un gran peso y hay estados donde están en contra del gobierno.
–¿Lula es la figura omnipresente aun fuera de Brasilia?
–Pesó mucho en la elección pasada y hasta en la composición de gobierno. Su liderazgo dentro del partido es muy fuerte y es una influencia. Habrá elecciones municipales en 2012. Lula mantiene su presencia, pero Dilma tiene personalidad propia y mucha.
–¿Dónde conoció a Rousseff?
–De la lucha estudiantil en los años ‘60. Estuvimos en organizaciones clandestinas y paralelas pero teníamos contacto, principalmente, después de su paso por la cárcel. Yo también estuve preso en esa época y la conocí porque venía a visitar a su compañero. Una vez libres mantuvimos un proyecto común para conseguir la amnistía política. Luchamos por la libertad de presos políticos y el retorno al multipartidismo. La izquierda siempre fue muy reprimida en mi país. El Partido Comunista tuvo hasta el año 1980 sólo un año de legalidad.
–¿Cómo fue la dictadura?
–Entendimos que la dictadura fue más estatizadora que los gobiernos de Getulio Vargas y João Goulart juntos. Hubo un plan de potenciar el país y eso tuvo consecuencias materiales importantes, incluso, una nueva clase obrera. Esa clase que Lula expresó muy bien en São Bernardo do Campo, centro industrial paulista. Junto con las grandes universidades, estaban creadas las condiciones para que él creciera.
–Hábleme de Dilma.
–Siempre fue muy reconocida por su capacidad de trabajo, tenacidad y concentración.
–Pero varios ministros fueron eyectados. ¿En qué se falló?
–Es el precio de la coalición, fueron ministros que salieron de otros partidos. La mayoría escogió organizar una gobernabilidad tradicional para tener mayoría en las cámaras. En los estados, probamos que era posible gobernar con minorías y tener legitimidad. El sistema electoral es gran instrumento de corrupción porque no está montado en los partidos. Dilma accionó rápido cuando se probaba cada denuncia de corrupción.
–Según una encuesta, hay gente que desea la vuelta de Lula en perjuicio de una reelección de Dilma.
–Él es un tipo con una relación popular muy cercana. Si a ella le pedís una opinión, te va a sacar datos y estadísticas, es muy racional. Lula, en cambio, hace una broma, habla de fútbol y pregunta por tu familia. Debe pasar por ahí.
–Después de tres gobiernos, ¿es el Brasil que soñaron?
–Hubo mejoras en muchos aspectos de la vida en un país más republicano y se está rompiendo con veinte años de neoliberalismo. Pero no democratizamos la comunicación ni alcanzamos a hacer la reforma tributaria, ni el código ambiental. Recuperamos un mínimo por la memoria por la dictadura, pero no hay ni un militar encarcelado.
10.10.11
Un reconocimiento al Dr. Mariano Moreno
Un reconocimiento al Doctor Mariano Moreno
Publicado el 10 de Octubre de 2011Politólogo UBA/UNSAM.
A pesar de la profundidad de sus reflexiones, durante años se dejaba a Mariano Moreno como una simple figurita del Billiken o cuanto mucho como el impulsor del periodismo, militante por cierto.
3.10.11
Entrevista a Raúl Pont en Tiempo Argentino
“Necesitamos todavía más Estado”
El ex alcalde de Porto Alegre e integrante de la mesa de conducción del Partido de los Trabajadores de Brasil repasó la agenda de desafíos que encara el gobierno de Dilma Rousseff y que consta de tres ejes principales: avanzar en una modificación del sistema electoral, impulsar una reforma tributaria y conseguir la democratización de los grandes medios de comunicación. Pont analizó también la actual crisis internacional y las viejas recetas ortodoxas.
El brasileño recibió a Tiempo Argentino en el Centro Cultural de la Cooperación y revisó una agenda de cambios estructurales que debe encarar Dilma que consta de tres ejes: una reforma electoral que elimine el voto nominal para el Parlamento y establezca el financiamiento público de las campañas proselitistas –como se instauró en la Argentina con la Ley 26.571–, un cambio tributario y la democratización de los grandes medios de comunicación.
–¿La Argentina debe preocuparse por la devaluación del real?
–Es más una corrección que una política deliberada que busca establecer una nueva relación con la Argentina, que por otra parte ha venido creciendo mucho en su comercio con Brasil. El deseo del gobierno de Dilma es mantener un equilibrio. Por el lado argentino puede haber ahora una grieta o un perjuicio, pero en Brasil nuestro sector exportador de calzados se resentía mucho por la caída del dólar en relación al real. Por lo que yo conozco del partido (por el PT), y por lo que conozco de las personas que están en el ministerio (de Hacienda), estas medidas no consisten en una política de largo plazo para tener posiciones más agresivas en la exportación. Es una corrección en el marco de un proceso.
–¿Cómo ven el gobierno brasileño y el PT la crisis internacional, con Grecia aplicando más y más ajustes?
–Esto demuestra lo que decíamos con Lula y lo que dijimos con Dilma en la disputa electoral. Demuestra que las políticas de Estado mínimo, de que los Estados pierdan su capacidad de hacer política industrial por no controlar el cambio y la moneda, son un gran error. Esta crisis también demuestra que el raciocinio de la gran banca francesa y alemana es casi de rapiña. Y para nosotros refuerza la idea de que necesitamos más Estado, más regulación, más control. En momentos como estos, cuando el mundo atraviesa esta crisis, el Estado tiene que cumplir un papel de intervención, de planificación. Hay que garantizar créditos, tener control sobre la moneda y no pensar el Banco Central como quieren los neoliberales, dirigido por los humores del mercado y los bancos privados. Eso Dilma lo tiene muy claro. Por ahí no vemos mayores problemas. El problema mayor del gobierno es el sistema electoral que tenemos en Brasil.
–¿Por qué?
–Hoy el PT puede ganar elecciones solo o con algunos aliados pequeños de izquierda. La victoria electoral es posible. El problema es gobernar después. Y, sobre todo, gobernar con un programa de transformaciones, con un programa de compromiso social. Esa es la dificultad. Y es un problema en el cual tenemos diferencias hacia adentro del partido. La discusión es cómo construir la legitimidad de gobierno. La gobernabilidad está basada en el Congreso, en la Cámara del Senado. Y para eso Lula llamó a otros partidos, para componer una mayoría que no es tan mayoritaria, pero sí lo suficiente para garantizar algunas cosas. Pero otras quedan afuera. Como la Reforma Electoral, un cambio tributario –que ni Lula alcanzó a votar y que Dilma defiende pero no tiene mayoría para aprobar– y alguna democratización de los grandes medios de comunicación, principalmente la TV y la radio, que son decisivos para la formación de la opinión pública.
–Dilma autorizó el ingreso de las telefónicas al negocio de la televisión por cable. ¿Es coherente esa medida con una democratización de los grandes medios?
–En parte hay una reivindicación de esos sectores (por las telefónicas), de trabajar también con redes a cable. Por otro lado, el gobierno también ha creado y mejorado mucho una red propia de comunicación, pero aún no se compara con los grupos privados. La propiedad cruzada de medios gráficos, radio y televisión, que en la mayoría de los países más democráticos no es posible porque está impedida por la ley o incluso por la Constitución, en Brasil ha conformado un poderoso oligopolio que no es fácil enfrentar. Se hace muy difícil llegar con otro tipo de información. La búsqueda de la democratización (de los grandes medios), que ahora apareció como resolución del IV Congreso del PT, ya causó una dura reacción en los grandes diarios y las televisiones privadas. Dijeron que esto significaba el avance de la censura. Pero no hay nada de eso.
–¿Por qué propone modificar el sistema electoral de Brasil?
–En Brasil, el Congreso está dominado por los grandes medios privados porque en Brasil el voto es nominal. Se vota por nombre, no por lista como aquí. Se vota nominalmente a cada candidato, y con fuerte financiamiento privado. Eso deriva en un problema de gobernabilidad. Mire: Lula hizo un promedio de 50 millones de votos en la primera vuelta. Dilma proporcionalmente cayó un poquito pero logró 50 millones de votos. En cambio, los partidos que sustentaban su candidatura –el PT, el PCdoB y el PSB– no llegaron a 15. ¿A dónde van los otros 35 millones de votos que apoyaron a Lula o a Dilma? Se pierden en el voto nominal, individual, dominado por el poder económico y pulverizado en 30 partidos sobre los que la gente no sabe lo que piensan, lo que son. Algunos con vínculos fuertes con cultos evangélicos. El sistema electoral además permite las coaliciones proporcionales para disputar la conducción de las Cámaras, de las asambleas provinciales. Eso deriva en que usted puede votar a un partido pero termina eligiendo a otro. Es contradictorio con la idea de la representación. <
28.9.11
Pedido a la Presidenta - Reconocimiento a Mariano Moreno
24.9.11
Entrevista a Raúl Pont - citan a la Moreno
“Dilma depende de la coalición”
Compartió la cárcel de la dictadura con la presidenta Dilma Rousseff y ahora es miembro de la conducción nacional del PT. El ex alcalde de Porto Alegre y actual diputado estadual por Rio Grande do Sul propone más participación popular para cambiar la calidad del gobierno y afirma que “la Comisión de la Verdad debe avanzar en recuperar la memoria en Brasil”. Pont se muestra exultante con la decisión: “Si conseguimos armar grupos de estudios en las universidades, que puedan procesar los archivos en cada punto del país, se puede hacer un trabajo bueno de recuperación de la memoria y, principalmente, de la verdad”, afirma Raúl Pont, que está en Buenos Aires para participar de las X Jornadas sobre Democracia Participativa de la Asociación Civil Mariano Moreno en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Café de por medio, totalmente relajado, Pont abordó con este medio temas que van desde cómo conoció a la actual presidenta en los años setenta hasta los actuales conflictos en el seno de la coalición de gobierno. Los problemas de la corrupción y los desafíos que conlleva el Mundial de Fútbol y las olimpíadas tampoco quedaron afuera. –¿Conoció a Dilma tras las rejas? –Sí, nos conocimos por primera vez allí, ella estaba desde los 70 en una cárcel de mujeres. Yo fui detenido en 1971, en San Pablo, por la Operación Bandeirantes, organización clandestina de las fuerzas armadas y la policía para la represión. Estuvimos en un centro de interrogatorio, tortura y represión, financiado por el Estado y los empresarios. Fui trasladado al Presidio Tiradentes, y por una situación muy particular, porque estábamos separados entre hombres y mujeres, me llevaron con una compañera dentista para que me atendiera. Fue bueno porque me sacaron una muela, pero allí fui que conocía a Dilma (risas). –¿Y cómo ve al gobierno de Dilma?, ¿es lo que esperaban? –En parte sí, aunque esperábamos una relación más estrecha con el PT, algo que no sucedió con Lula, que tenía un liderazgo propio, tanto con la gente como con los otros partidos, que le permitía tener cierto juego propio. Esto no sucede con Dilma, que es demasiado dependiente de la coalición de gobierno. –¿El último congreso trató esta relación? –Sí, pero no en términos de decir qué es lo que tiene que hacer, esas discusiones se dan en la Dirección Nacional. En realidad, el congreso se concentró en hacer una reforma de estatuto, que incorporó medidas democratizantes como la paridad de género y la cuota juvenil. Sin embargo, la prensa colocó una simple recomendación de discutir un marco de democratización de los medios de comunicación como un impulso a una medida de censura a la prensa. –¿El clima de corrupción está provocando la caída de varios ministros? –Coincidentemente, siempre del mismo partido, el Pmdb. Por esto insistimos que no es un problema de distancia programática, también es un problema de los métodos que ellos utilizan de gestión. Y eso es difícil hacerlo cuando es un partido aliado. –¿Y esto afecta al gobierno? –Ella actúo distinto a Lula, cuando ella es más rápida y eficaz en reaccionar sobre las denuncias, cuando saca al funcionario y le pide al partido que coloque otro, para la población eso es positivo. Sin embargo, si la merma sigue, eso sí puede generar un desgaste. –¿Y qué cosas debe enfrentar hacia el futuro? –Uno de los grandes desafíos que tenemos es avanzar en la reforma política y cambiar la relación con los movimientos populares. En ese sentido, ampliar la participación. Estas dos cosas son un imperativo, si no, difícilmente vamos a cambiar la calidad del gobierno. En términos de cantidad, se avanza, entiendo que el gobierno hace bien las políticas públicas, pero considero que no tenemos cómo eludir la participación para enfrentar una situación de poder concentrado en el esquema partidario y en los acuerdos parlamentarios. –¿Qué opina de la marcha de la sociedad civil contra la corrupción y los partidos? –Hay varios movimientos que discuten y combaten la corrupción. Algunos de ellos fueron impulsados por los medios o las redes sociales. Es claro que estos grupos se activan fuertemente, actúan frente a una indignación generalizada en casos como la protección que se hizo sobre la hija del gobernador de Brasilia, que fue fotografiada recibiendo coimas, sin embargo el Congreso, por voto secreto, la eximió, algo que se traslada a todos los partidos, a pesar de que nosotros votamos por la investigación. –¿Y cómo está la relación con el MST y la CUT? –Son situaciones distintas, porque el MST ha perdido mucho su empuje, porque se ha dividido regionalmente por las políticas de empleo, de desarrollo familiar y reforma agraria del gobierno. Esto genera distintas situaciones en la relación, una cosa es trabajar en el nordeste y otra es el sur, donde las acciones cooperativas están mucho más avanzadas. –De cara a las elecciones municipales 2012, ¿qué estrategia están impulsando? –La orientación nuestra es que con los partidos neoliberales, que hacen oposición, el Psdb, los Demócratas, el PPS o el nuevo PSD, no hay coalición. Consideramos que en primer lugar tenemos que trabajar con los partidos de izquierda (el Pcdb o el PSB), la centroizquierda como el PDT y con el Pmdb y el PTB, que está en el gobierno nacional, donde se deberá analizar en cada caso según cada municipio. –¿El Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos 2016 favorecen la corrupción en relación con los municipios? –Claro que estos grandes eventos deportivos mundiales exigen una serie de grandes inversiones. Los gobiernos municipales de las ciudades que van a ser sedes locales de la copa demandan al gobierno financiamiento de obras de mejoramiento vinculadas al evento. Pero el gobierno federal hace financiamiento y algunas inversiones de obras, la mayor acción es de relación con negocios privados, como hoteles, etc. Orientados a prestar servicios en los eventos. Hay crédito fácil, pero el gobierno está siendo medido en las inversiones públicas. –¿La Comisión de la Verdad viene a echar luz sobre la represión? –La Comisión de la Verdad y de la Memoria intenta reconstruir una historia que no fue contada y sobre la que no hubo juzgamiento, especialmente de militares, por las acciones de represión y muerte. Porque la amnistía puso una piedra encima de los hechos, bajo una concepción inaceptable, que ponía al mismo nivel las acciones de las víctimas y los actores de la represión. –¿Hasta dónde puede llegar esta Comisión? –Es muy importante que salga la Comisión, que se descentralice en las universidades, con grupos de estudios que pueda y tengan interés en fiscalizar y procesar los documentos y archivos. Pero eso aún debemos lograrlo, va a depender mucho de la política de la compañera a cargo, María do Rosario Nunes, que es la ministra de DDHH, porque la derecha no quiere que esta Comisión tenga carácter de juzgamiento o acción punitiva, y esto es inaceptable para nosotros. –¿Qué sintió al ver a Dilma abrir la Asamblea de la ONU? –Creo que fue muy fuerte, especialmente en el tema de Palestina, en la defensa sobre la autodeterminación y derecho de su autonomía. A su vez, me pareció bien un debate que estamos teniendo sobre Haití, donde no consideramos que sea sólo una intervención de tipo humanitaria. Incluso se votó en nuestro parlamento una enmienda para sacar las tropas brasileñas en un determinado plazo. Además, respecto de la integración y solidaridad común entre los pueblos sudamericanos y del Caribe, Dilma marcó una visión muy clara de esa orientación. –¿Cómo afecta la devaluación del real las relaciones comerciales? –Hay inconvenientes por el establecimiento de tarifas aduaneras, casi proteccionistas, producto de la relación agresiva que hace la industria china con diferentes productos. Pero es claro que nuestro problema no es China, sino Estados Unidos con su proliferación de dólares. El partido mantuvo una crítica fuerte a las políticas de tipo de cambio alto. Ahora la tendencia es la caída de la tasa de interés, que disminuye mucho la renta especulativa, eso vuelve a dar un equilibrio de la tasa de cambio, que estaba muy baja, con un real muy valorizado. De hecho ahora el titular del Banco Central ya no es un técnico neoliberal, sino Alexandre Tombini, que junto a Guido Mantega en Hacienda, tienen una política de freno a las acciones especulativas y de promoción a las inversiones internas. –¿Hay un cambio respecto de Lula en relaciones internacionales? –No, las líneas generales continúan, a pesar de la salida de Celso Amorim. De hecho Marco Aurelio García continúa como el principal asesor en relaciones internacionales de la presidencia. –¿Y cómo está la relación con los países de la Unasur? –Hay un problema complejo, porque la integración avanza lentamente. Si no se procede a una unificación política más rápida, que forme un Parlamento, que permita orientar ejes para disminuir la desigualdad de salarios, de jubilaciones o precios medios internos, va a ser difícil avanzar en la relación bilateral. –Viene Lula a la Argentina, ¿eso acompaña ese camino? –Sí, porque ahora Lula está tomando un protagonismo a partir de relanzar un Instituto de la Ciudadanía, que le permite tener un protagonismo externo al partido, pero con un aporte importante a partir de seminarios y otras actividades. Aunque me gustaría que Lula fuese más partidario, para que pueda traducir mejor al conjunto del partido. Pienso que allí hay un problemita (risas).